lunes, 8 de octubre de 2012

¡Pobre Venezuela y pobre Latinoamérica!



El día de las elecciones en Venezuela me fui a la cama (estaba en España) con la mente puesta en el resultado electoral y me levanté con la misma idea. Lo primero que hice fue conectar el ordenador y comprobar que Chávez había renovado su victoria, con lo que lo primero que salió de mi boca fue el título de esto que escribo.
No importa que el 80 por ciento de lo que consume Venezuela sea importado, da igual que más de la mitad de las empresas radicadas en este país hayan huido tras el triunfo de la Revolución Bolivariana en 1998, todo eso es lo de menos. Dos datos más: el primero es que según cifras compiladas por el Observatorio Venezolano de Violencia, en 2011 se cometieron más de 19.000 homicidios en Venezuela, cifra superior al de todos los cometidos en los Estados Unidos y la Unión Europea juntos. El segundo que el Índice de percepción de la corrupción 2011 sitúa a Venezuela en el país más corrupto de América Latina junto a Haití, lo que además le pone en el puesto 172 de los 194 que hay en el mundo.
Utilizando el mayor de los sarcasmos, lo importante es que la reforma social chavista seguirá adelante porque el pueblo venezolano es esclavo de sus votos, con lo que tendrán que soportar las pachangueras bravatas y absurdas algaradas de un comandante que se ve como un libertador y que no llega ni a animador de circo de segunda.
Pues sí, ¡pobre Venezuela y pobre Latinoamérica! La llegada al poder de este hombre, no hizo sino ahondar en la separación de la región, sólo consiguió desunir lo que por lógica y por historia debería de estar unido. Latinoamérica tiene el potencial para ser unos de los enclaves económicos del mundo, aunque le faltan dos cosas fundamentales, mejorar su clase política y evitar los iluminados que de vez en cuando le salen cual seta tras la lluvia. Obviamente no es el momento ni el lugar para hablar de la necesidad de limpieza política, aunque sí lo es para señalar que la actitud de “me opongo a todo” del chavismo y sus seguidores no lleva a ningún sitio a la región.
Lo que sí es cierto es que el mundo está en crisis, sobre todo Europa y Estados Unidos. Y, si bien, ahora mismo Latinoamérica mantiene unos números económicos positivos, más tarde o más temprano caerá en crisis, por lo que sólo la unidad real y sin complejos la sacará del atolladero en donde se encuentre. Y al de arriba se le ayuda a que salga adelante, pero cuando el de abajo está mal, se suele mirar hacia otro lado con demasiada frecuencia. El problema radica en que los chavistas impedirán la unión regional porque sólo les mueve el odio, el rencor y la animadversión contra el vecino del norte. Eso sí, eso que ellos critican de imperialismo, estarían encantados de cambiarlo por un bolivarianismo.
Ya lo dije una vez, el problema de la izquierda latinoamericana es que cuando algo les falla o no están de acuerdo, enseguida le echan la culpa al imperialismo o al colonialismo. Así que nos hartaremos de escuchar en los próximos seis años más descalificaciones en cuanto Venezuela o cualquiera de sus acólitos lo esté pasando mal.
El pueblo venezolano ha hablado, es verdad, pero se ha equivocado en su voto. Ha sido libre de elegir su presidente, es cierto, pero lo ha hecho vendiendo su alma al diablo. Y, curiosamente, tanto el diablo como Chávez van de rojo.
¡Pobre Venezuela y pobre Latinoamérica!
Foto: http://cambalachetoday.blogspot.com.es/2010/01/la-desobediencia-civil-como-opcion-para.html

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