Ir en el autobús a primera hora de la mañana, apretujado como si fuera una sardina y -con un poquito de suerte- con la cartera del vecino clavándose en los riñones, es lo mejor que te puede pasar. Pero si encima te das cuenta de que el extintor del vehículo es artesanal, entonces, el día se ha levantado de manera inmejorable. Sólo faltaba que se pusiese a llover.
Pues sí, lo que aparece en la foto es el avanzado extintor, no muy oficial me temo, que me encontré en el susodicho autobús. Por si fuera poco la botella -¡huy perdón!, el extintor- no está llena, con lo que recemos que si hay un incendio sea pequeñito, justo lo necesario para que esa cantidad de líquido lo extinga. ¿Cuando sería el incendio anterior que dejó tan escaso este extintor? Esperemos que el conductor, en un espacio que tenga para ir al baño se acuerde y lo rellene.
Lo que no sabía es que Coca Cola se había metido en el negocio de los extintores. Ya me imagino a Pepsi Cola ofreciendo botellas más grandes para que puedan ser reutilizadas como extintores en los aviones.
sábado, 12 de marzo de 2011
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