En tres entradas anteriores ya he hablado de la fiebre del mundial que se vive en Colombia. En la primera de ellas señalaba el furor por coleccionar los cromos del álbum, de tal manera que hasta profesores de la Universidad o médicos intercambias estampas. En la segunda mostraba un carrito que circulaba por la ciudad y que un señor había configurado para vender y así hacer negocio.
Y la tercera era una colección de latas de cerveza que la fábrica Águila ha sacado en recuerdo de las tres ocasiones en que la selección colombiana ha jugado mundiales.
Pues esta cuarta entrada no desmerece las anteriores. Eso que se ve en la foto está justo delante de la embajada de Estados Unidos. ¡Eso sí que es fiebre de mundial! Lo que no sé es qué función tendrá el baloncito. Puede que sea un depósito de agua o simplemente un mero detalle. Yo creo que la mujer del tipo que mandó pintar eso tiene que estar hasta la coronilla del fútbol. ¡O hasta la azotea!
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