sábado, 25 de septiembre de 2010
Mi Manizales del alma
Pues bien, lo más curioso que he sabido es que el himno de una ciudad que se llama Manizales es ¡un pasodoble! He intentado bajármelo de youtube, pero no he podido, por lo que aquí os dejo el hipervínculo para que lo podáis escuchar. Se llama 'Mi Manizales del alma'.
http://www.youtube.com/watch?v=B4eCtN0eEbw&feature=related
Cuando lo oyes te parece estar escuchando uno dedicado a cualquier ciudad española o a algún torero. Además, si escucháis atentamente la letra, podréis daros cuenta de que aparecen palabras muy propias del lenguaje propio del pasodoble como hidalguía, nácar, alma, oro o espinas, banderillas o casetas del Rocío (y es que en la feria de la ciudad también se hace al igual que en Andalucía un desfile de carrozas del Rocío).
Y por si fuera poco acaba con un ¡olé!
¡Ah, por cierto ,atención al segundo 53 y al minuto 2.24!
jueves, 23 de septiembre de 2010
Amor
Pues bien, algo parecido ha pasado en este caso, aunque la rapidez no es lo que quiero señalar. Hace pocos días en Granada, un chaval escribió en la calle en cien idiomas diferentes 'te quiero' a su novia, lo que quedó recogido en el periódico de mi ciudad, el Ideal. Algo que, por otra parte, ha levantado un poquito de controversia, puesto que algunos consideran que debería de mantenerse tal declaración de amor, mientras que otros opinan que no es más que vandalismo, por lo que habría que borrarlo.
Si entrar en estos dimes y diretes, a lo que voy es que ayer, mientras veías las noticias de uno de los canales nacionales de Colombia, RCN, anunciaron esta misma noticia. ¡Dios! El mundo es muy pequeño y en cualquier sitio saben hasta de las últimas andanzas de cualquier pelagatos de la tierra.
Lo malo es que ya sólo se podrá ver en vídeo, puesto que el ayuntamiento granadino ya dio la orden de borrar la pintada.
Aquí os dejo el hipervínculo del vídeo que pusieron en la cadena colombiana.
Un enamorado se tomó una calle y confesó su pasión en 100 idiomas
sábado, 11 de septiembre de 2010
Volver a España
En ella se ve un inmenso acercamiento a la sangre bajo dos perspectivas. Aunque cada uno que lo lea podrá sacar sus propias conclusiones, personalmente he creído ver un amor por su patria, Colombia, por sus hijos y por España. Me ha encantado.
Quiero evitar que en el futuro no se pudiera acceder a la página porque haya sido eliminada, por lo que cuelgo tanto la columna como el hipervínculo.
Espero que os guste tanto como a mi.
Volver a España
Por: Héctor Abad Faciolince
En cuanto a la palabra empeñada, la historia, que a casi nadie le importa y que muchos ni siquiera recuerdan (ni en España ni aquí), es la siguiente: un grupo de escritores y artistas colombianos firmamos una carta, dirigida al jefe de Gobierno español, diciendo que no volveríamos a España si ese país nos imponía una visa. El visado lo impusieron, pero casi todos nuestros compañeros firmantes regresaron a España poco tiempo después: García Márquez, Álvaro Mutis, Fernando Botero, William Ospina… Durante estos diez años hemos quedado sólo dos tercos: Fernando Vallejo y yo.
Recuerdo que en aquella ocasión 190 intelectuales españoles firmaron otra carta, apoyándonos. Fue nuestro único éxito. Fernando Vallejo, cuando la carta ya había sido enviada, llamó a decir que retiraba su firma, porque lo había pensado bien y no estaba de acuerdo: España, según él, no tenía por qué recibir a una manada de bandidos, que es lo que en general somos, para él, los colombianos. Sin embargo ha sido consecuente con aquella firma.
Después de estos diez años de inútil ausencia, en los que muchas veces me he sentido como un exiliado español que sueña con ver Granada o Lanzarote, he resuelto que no vale la pena empeñarme más en una quijotada que me hace daño sólo a mí. Tengo un motivo personal para volver: mis dos únicos hijos, como si no hubiera más sitios adonde ir en este mundo, han resuelto que nada mejor que España para estudiar y vivir. Como cualquier padre aprensivo, yo quiero ver dónde viven, y cómo, y con quién. Quiero poder estar a su lado si están tristes o enfermos. A ningún español le importa un carajo que yo vaya o no vaya a su país. A casi ningún colombiano le afecta que un escritor tozudo se niegue a aceptar invitaciones a España por preservar la dignidad de su país.
Sigo creyendo que España se equivoca al imponernos una visa a los que somos, en cierto sentido, sus parientes. Somos también sus herederos lingüísticos, culturales y religiosos. Europa se está despoblando de nativos, las europeas están en huelga de hijos. Al paso que van, en el año 2100, ya casi no habrá población nativa española, italiana ni alemana. Ellos serán reemplazados por los inmigrantes de Asia y África, por su mayor fecundidad. Si quisieran preservar eso que los antropólogos llaman identidad, más les valdría recibir colombianos que hablan español y le rezan a la Virgen, que musulmanes que hablan árabe e invocan al Profeta. Nuestro mayor y más valioso producto de exportación es gente, manos, personas dispuestas a hacer bien los trabajos más humildes: a cuidar los ancianos, a barrer la basura, a cargar las maletas, a recoger las naranjas. Y a soñar con el estudio y un futuro mejor, en la tierra de los antepasados. Nos deberían recibir, así como nosotros recibimos a millones de españoles cuando ellos eran los condenados del mundo.
Vuelvo a España. Quiero ver a mis hijos, quiero estar con ellos, quiero volver a probar la comida y el vino que más me gustan y volver a ver el cielo de Madrid, donde una vez fui feliz. A los diez años casi todos los delitos prescriben. He hecho un sacrificio muy largo; me he exiliado durante un decenio del país que más quiero, después de Colombia. “Hacer un voto es un pecado más grave que romperlo”. Prometer es una irresponsabilidad. Sé que no tengo que dar explicaciones por un acto privado. Me las doy a mí. Me estoy convenciendo a mí mismo de que puedo permitirme esta traición a mi palabra, diez años después. No aguanto más; vuelvo a España; la sangre me llama.